La dispersión de la peste. Recorrido del olvido

Por Sebastián Bartel 
Psicoanalista miembro de Colegio Estudios Analíticos



¿De qué se trataba en aquel entonces? De la entrada de la enseñanza de Jacques Lacan en Argentina, iniciada por Oscar Masotta unos años antes. Es así que la historia del psicoanálisis lacaniano queda indisolublemente ligada a su nombre en nuestro medio y, extensivamente, en lengua castellana; de modo que cualquiera que pretenda considerarse lacaniano en Argentina actualmente -lo sepa o no- está determinado por esa marca.
Gabriel Levy – Postfacio. La placa giratoria de la historia

El 18 de abril de 1969, Oscar Masotta lee una conferencia en el Instituto Lucchelli Bonadeo titulada “Leer a Freud”. Tiempo más tarde, un resumen de esa misma conferencia sería publicado en la Revista Argentina de Psicología, Año 1-N° 1 en septiembre de 1969. No es un escrito inocente. Pregona una verdad: la represión de Freud. Puntualmente por parte del “Establishment” psicoanalítico de la época que, por aquel entonces, conservaba el monopolio en la trasmisión, formación y ejercicio del psicoanálisis en Argentina.
Masotta lo hace sin tapujos y toma como referencia El contexto del proceso analítico; publicación que Emilio Rodrigué había realizado unos años antes. Nuevamente, no es inocente. Rodrigué había sido presidente de la APA desde 1966 a 1968 y Masotta cuestiona, ni más ni menos, las referencias teóricas en donde apoyar la escucha clínica en el caso de un niño autista que había dicho por primera vez “mamá” en el consultorio de Rodrigué. Masotta reivindica el estatuto significante del dicho y lo equipara con el sueño de la pequeña Anna Freud: “Anna F(r)eud, f(r)esas, f(r)ambuesas, bollos, papillas”. La publicación tiene su revuelo.
Un mes más tarde, en el Año 1- N° 2 de la Revista Argentina de Psicología, Emilio Rodrigué contesta. Respuesta breve, de apenas una carilla titulada Leer a Rodrigué. Con tono irónico y en forma escueta, se lo acusa a Masotta: “Ana era austríaca y los niños austríacos sueñan en alemán” (Rodrigué, 1969, p. 127)
Dos años más tarde, habrá una nueva respuesta. En el primer número de la revista Cuadernos Sigmund Freud Masotta publicará Anotaciones para un psicoanálisis de Emilio Rodrigué donde en un extenso escrito y a través de un estilo difícil, queda dicho que, en definitiva, Rodrigué no hizo aquello que denuncia; a saber, acudir al texto en alemán. Masotta reivindica el trabajo hecho por los traductores (tanto Strachey como Ballesteros), diciendo que no han perdido de vista la labor significante en Freud. Masotta insiste, “Rodrigué niega el carácter perentoriamente fragmentario y fragmentable del material analítico, con lo cual niega a Freud”. (Masotta, 1971, p. 64)
Este es solo un breve comentario y un recorte de la publicación que realiza Masotta. Atraviesa muchos aspectos importantes. Quien se interese puede remitirse al texto.
Empero, ¿Qué sucedió durante esos dos años? Sin duda muchas cosas. Me remito a la revista Los libros. Se realizaron una serie de publicaciones entre 1969 y 1971 de donde se desprende el tono de la discusión.
La primera es de noviembre de 1969, en una reseña del libro ¿Qué es el psicoanálisis? de Ernest Jones y -en su insistencia con el retorno a Freud- Masotta escribe:
(…) en el fondo, Jones no “quería saber nada” (como el hombre de los lobos con la castración) con el verdadero descubrimiento de Freud. ¿Pero cómo se las arreglaba Jones para estar tan de acuerdo con Freud pensando de modo tan radicalmente distinto? (Masotta, 1969, p.168)
Más adelante agrega:
Hoy se sabe que Freud -quien no conocía a Saussure- no ignoraba la definición saussuriana del signo, ni mucho menos, la materialidad -esto es, el potencial de exterioridad- del significante.
Jones – ¿era su liberalismo? – dejaría casi todo en pie en el edificio freudiano: todo menos dos de sus columnas -las que en verdad mantienen nada menos que el edificio entero. Con su teoría sobre el “verdadero simbolismo” Jones renegaría de la precisa intuición freudiana del signo lingüístico: mientras que con la noción de “aphanisis” (declinación de deseo) destruiría la concepción freudiana del Edipo.
(Masotta, 1969, p.168)
Otra publicación aparece en la revista de julio de 1970, en un reportaje titulado Tres preguntas sobre Jacques Lacan. Masotta dice: “Las cosas no son fáciles, es necesario volver a Freud”. Luego agrega “(…) a Freud no se lo reprocha, se lo ignora. En el interior de esta situación histórica aparece Lacan” (Masotta, 1970, p. 292)
Por último, en agosto de 1970, en un artículo llamado “Aclaraciones en torno a Jacques Lacan” escribe:
“Esta vuelta a Freud propuesta por Lacan no carece de espinas. En primer lugar se choca con ese hermetismo -ese desprecio por el lector- del estilo. Pero el hermetismo es sólo aparente: para leer a Lacan hay que hacerlo desde su propia teoría” (Masotta, 1970, p. 324)
En las publicaciones mencionadas se abordan diversos aspectos. Solo recorto algunos párrafos que me permiten ubicar líneas en la transmisión del retorno a Freud, de recuperar un nombre perdido, el del fundador del psicoanálisis.
Masotta irá generando un impacto en lo social como referente en la transmisión del psicoanálisis francés, como protagonista fundamental en la enseñanza del psicoanálisis en lengua castellana.
Con la marca de un estilo propio y un deseo individual mueve lo establecido e irrumpe en la historia dejando una huella que comporta un antes y un después. En términos actuales, un contagio exponencial, que -lejos de aplanar la curva- dispersó la peste del psicoanálisis lacaniano.
Lo mencionado hasta ahora es solo un fragmento en la historia de un movimiento que excede ampliamente estos ejemplos. Me permito una excusa para hablar de un nombre que en ocasiones quedó olvidado. No obstante, la historia también tiene nombres que han recuperado este legado. Sin duda, Germán García es un referente.
La reciente publicación de la versión facsimilar de Homenaje a Oscar Masotta realizada por Colegio Estudios Analíticos -reedición de la compilación de 1979– se ubica en la serie de aquellos que evitaron que (al igual que sucedió con Freud) el nombre de Masotta quedase reprimido.
Represión de un nombre que, a mi entender, comenzaría ya en 1979:
“La carta -que no se si finalmente apareció- no venía de cualquiera, sino de aquel, quien, con un solo instrumento, mediante palabras y años, había construido y fundado la Escuela Freudiana de Buenos Aires.
¿No es esto un ejemplo excelente de palabra fallada? Creen ustedes, queridos colegas, que con encrucijadas de este tipo se puede llevar adelante una Escuela que tenga algo que ver con Freud y Lacan?” (Masotta, 1979, p.143)
Homenaje a Oscar Masotta es un aporte que restituye una pieza extraviada en la historia del psicoanálisis en nuestro país. Para algunos desconocida, para otros olvidada.
Para finalizar tomo una cita del Prefacio escrito por María del Rosario Ramírez.
“Puedo decir que el sesgo de la historia del psicoanálisis es un tejido fundamental que permite leer en esa trama diferentes planos y, en retrospectiva, dónde estamos. Una parte de esa historia es lo que Homenaje a Oscar Masotta muestra, para quienes sepan “leer entre líneas.” (Ramírez, 2020, p.9)

Bibliografía:
Masotta, O (1971). Anotaciones para un psicoanálisis de E. Rodrigué. En Cuadernos Sigmund Freud N° 1. Buenos Aires. Nueva Visión. 1987
Ramírez, M. Levy, G. (eds.) (2020). Homenaje a Oscar Masotta. (Edición facsimilar). Buenos Aires, Argentina: Ediciones RSI
Schmucler, H (1969-1970). Los libros: edición facsimilar. Tomo 1. Buenos Aires: Biblioteca Nacional. 2011

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