Las tecnologías y el mercado del duelo
Por Lucía Soledad Casado
| Psicoanalista. Miembro de Colegio Estudios Analíticos
| El siguiente recorrido es el inicio
de una investigación que tuvo su causa en lo que se viene desarrollando desde
el año 2023 en el Seminario Duelo.
Melancolía. Dolor de existir. Lecturas para una clínica de nuestro siglo
dictado por María del Rosario Ramírez en Colegio Estudios Analíticos
Abordar la problemática de la pérdida en la actualidad, me llevó a
interiorizarme en el uso de la inteligencia artificial y, en particular, de las
llamadas tecnologías del duelo.
Hace tiempo ya, y cada vez más,
abundan las ofertas disponibles de tecnologías asociadas al duelo,
con la premisa de acceder a chats o a llamadas que simulan conversar con
alguien fallecido. En su mayoría, se trata de Chatbots, una inteligencia artificial (IA) que utiliza un modelo
de lenguaje “neuronal”, a partir del cual logra generar un texto coherente y relevante a un
contexto. Para que ello suceda son sistemas que se entrenan, pasando por una
fase de aprendizaje. Cabe aclarar que, por supuesto este sistema no deja de ser
únicamente un modelo predictivo, no pudiendo sacar conclusiones en base a un entendimiento de la realidad. El gran
problema, y en lo que radica la fascinación con estas tecnologías, es que
generan un efecto tal, que consiguen aparentar un razonamiento propio.
En relación al duelo, se encuentran
aquellos que quieren dejar un legado a
sus seres queridos. La persona misma entrena esta tecnología dejando
audios y videos, depositando allí sus recuerdos, experiencias y sentimientos. Inmortalizarse es el significante que
atraviesa estas aplicaciones. Se vende un modo de acercarse a lo
imposible.
Por otra parte, algunas aplicaciones ofrecen la posibilidad
de subir videos, audios e información de personas que ya han fallecido. Se
desliza aquí la idea de “poder decir lo que no pudo ser dicho”.
En Argentina hay un ejemplo conocido, David Hosting quien, a través de un Chatbot
gratuito mantiene conversaciones con su hijo fallecido, vía audios o llamadas
telefónicas que logran recrear su voz. Otro ejemplo es el de una mujer de Corea del Sur quien
se reencuentra con su hija fallecida para despedirse
por última vez, a través del uso de la realidad virtual. Por medio de la misma, recrean la imagen y
voz de la niña. A su vez, la madre utilizó guantes que recrean la experiencia
del tacto. La imagen de este “encuentro”, si es que así podríamos llamarlo, es
impactante por sí sola. Pero, además, hay un detalle que ha llamado mi atención
y es que se trató de un documental, llamado “Meeting You”, transmitido a través
de una importante cadena de televisión, que tuvo millones de espectadores. Esta
circunstancia me llevó a pensar, al estilo Hamlet, en cierta ostentación del
duelo, un show.
En la línea de estas ofertas, se abre otro mundo de Chatbot
digitales: desde chats con “amigos
virtuales” que, según se promociona, “pueden
estar cuando otros no”; hasta chats terapéuticos. En esta búsqueda,
encuentro la noticia de un hombre que se había obsesionado con la interacción
con un Chatbot a partir de cierta preocupación que tenía respecto del cambio
climático. Este hombre se suicida, a modo de sacrificio, para que la IA salve
al planeta del calentamiento global. La esposa del fallecido denuncia que el Chatbot
“propició” este acto, avalando el “pacto” con este hombre e incluso le enumeró
maneras en las que podía quitarse la vida. En este punto, me interrogo acerca
del uso que cada quien puede hacer de
estas tecnologías y los efectos en la
subjetividad de quien las utiliza.
Sin duda es un tema controversial y
que se encuentra en auge. Existen hasta consideraciones éticas respecto del uso
de información e imágenes de las personas fallecidas. Quienes utilizan estas
tecnologías, y quienes la fomentan, refieren que les brindan una sensación de
alivio, un modo de transitar el duelo.
Pero ¿qué implicancias tienen estas
tecnologías? No se saben las consecuencias o el impacto que podrían tener en
determinadas presentaciones subjetivas. En consonancia con lo planteado por
María del Rosario Ramírez en el artículo “Haciendo los cambios necesarios: Mutatis mutandis” de Revista ABC Nro.
7 La partida del padre (2023) y lo que venimos conversando en diferentes
dispositivos de Colegio Estudios Analíticos, pienso que este tema está ligado
al entrecruzamiento entre duelo y mercado, aquí lo denomino mercado del duelo. Una oferta de
soluciones al alcance de la mano, objetos disponibles que podrían taponar la
posibilidad de una elaboración simbólica. Efectos del discurso capitalista, que
se encarga de borrar la castración, desconociendo la posibilidad de la pérdida. Ofertas acompañadas de su
respectivo marketing, y que llevan latente (y a veces no tan latente) la idea
de aferrarse a una presencia continua y a la inmortalidad, esto es, lo que
entiendo como rechazo del duelo.
Asimismo, me pregunto qué sucede con el lazo social y con la posibilidad de que el duelo pase por un entramado significante. Si bien el duelo de por sí implica cierta inhibición y aislamiento, considero que estamos frente a otra cuestión en este caso. En torno a estas ideas, retomo un capítulo de la serie Black Mirror: “Be right back”, ya que nos aporta varios detalles ilustrativos. En este capítulo, la protagonista accede en primera instancia a un chat y, luego, a un clon de su pareja fallecida. Al iniciar la interacción con estas tecnologías, comienza a aislarse notoriamente de vínculos que hasta ese momento funcionaban como sostén. Queda en soledad con este chat.
Me interesa mencionar otro aspecto
fundamental: la Inteligencia Artificial tiene alucinaciones. Esto implica que puede presentar información
verosímil y coherente pero que no se corresponde con la realidad o resulta
absurda, como si la inventara. Hay
varios ejemplos que se pueden encontrar, algunos bastante entretenidos,
divertidos. Por ejemplo, un Chatbot afirmaba que Pedro Sánchez, presidente de
España, tiene barba. Una particularidad de lo que sucede es que, al refutar
esto a la IA, ésta defiende su
postura, incluso ofreciendo fuentes falsas o inexistentes. Pero también hay
ejemplos que comienzan a tornarse sombríos, como el caso de un profesor de
Derecho, un abogado, quien denunció que ChatGPT lo acusó falsamente de abuso
sexual, presentando declaraciones y detalles del hecho totalmente falsas.
Debido a esto es que las alucinaciones se presentan como uno de los puntos más peligrosos de la IA. Y efectivamente lo es si pensamos que muchos caen en cierta fascinación y en la ilusión de que las IA generan un razonamiento propio. Sin embargo, si bien este aspecto puede implicar un peligro, pienso que, al mismo tiempo, afortunadamente falla.
Por último, retomo el ejemplo del
capítulo de Black Mirror, para situar lo que considero como un aspecto
inaccesible para la IA. Allí la protagonista se encuentra con algunas sutilezas
en la interacción con el clon: una discordancia entre la respuesta del clon y
lo que hubiese respondido su pareja fallecida, momento en el cual comienza a
resquebrajarse la ilusión, se produce un desengaño. Concluyo así que,
aprehender algo de la singularidad del sujeto resulta un punto imposible para
la IA.
Referencias de lectura:
Ramírez, M. (2023-2024) Clases dictadas en el Seminario “Duelo. Melancolía. Dolor de existir. Lecturas para una clínica de nuestro siglo”. En Colegio Estudios Analíticos.
Ramírez, M. (2023) “Haciendo los cambios necesarios: Mutatis mutandis”. En Revista ABC Nro. 7 “La partida del padre”. Ediciones RSI
https://www.revistaanfibia.com/revivir-a-los-muertos/
https://www.bbc.com/mundo/noticias-51557842