Puntos de partida
Por Julieta Morandi
| Practicante del Psicoanálisis. Miembro de Colegio Estudios Analíticos
| Un punto de partida se define por el fundamento o los antecedentes que sirven de inicio para realizar una acción.
Durante este año Gabriel Levy en el marco del Curso Anual de Colegio Estudios Analíticos, La práctica de discurso que resulta de la enseñanza de Jacques Lacan, tomó entre sus referencias principales el escrito Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis (1953). Levy destaca que es en dicho año que Lacan fecha el comienzo de su enseñanza y nos remite, para acompañar la lectura del escrito, a otras referencias, entre ellas a tres conferencias pronunciadas por Lacan en el lapso que va de junio del 1967 a abril de 1968 y que Miller reúne en una misma publicación bajo el título de Mi enseñanza. En la primera conferencia titulada Lugar, origen y fin de mi enseñanza sobre los inicios de su enseñanza Lacan afirma: “Al principio no está el origen, está el lugar.” (2011, p.14) Y, más adelante dice: “Se ocupa el lugar al que un acto los empuja”. (2011, p.15)
1953, un punto de partida
En lo que respecta al acto que da inicio a la enseñanza propiamente dicha de Lacan las cosas se remontan a 1953, momento de crisis del psicoanálisis en Francia. Momento en que se intentaba instalar un dispositivo que debía regular el estatuto de los psicoanalistas. En ese año se fecha el acto que da origen a su enseñanza al pronunciar su discurso.
Lacan inicia su ponencia con una valiosa indicación, nos señala que "los discursos llevan siempre la marca de sus circunstancias". Las circunstancias que preceden y preparan el surgimiento de este discurso son las divergencias que surgen en la Sociedad Psicoanalítica de Paris a raíz de las propuestas innovadoras de Lacan, la innovación se introduce aquí por el sesgo de la distancia que Lacan propone tomar respecto de lo que pretendía conducir y organizar las cuestiones sobre la formación de los analistas y la práctica analítica. Cuestiones que respondían a conservar pequeños feudos y a burocratizar, “ritualizar” dice Lacan, la práctica del análisis.
En ese entonces se discutía sobre la posibilidad de elegir al didacta, a los seminarios a los que se quisiera asistir y fundamentalmente la cuestión que se ponía sobre el tapete en palabras de Laura Bosco (clase del 23/04/22 de “Estudios y razones en la enseñanza de J. Lacan”) era la del tiempo; que incluía tanto el de la duración de las sesiones como el de la duración del tratamiento. La operación que introduce Lacan respecto del tiempo, es la de subvertir la relación a dicha variable, arrancándola de la tiranía del reloj para ponerla al servicio de la operación analítica. Las diferencias resultan insalvables, la sociedad se rompe y se produce en el grupo francés una secesión.
Por supuesto esta apretada síntesis consiste en una lectura parcial de aquel momento del psicoanálisis que tiene la función de ubicarme respecto de esta historia, de la que sólo relevo algunas cuestiones, ya que todo lo escrito sobre el tema es vastísimo y excede ampliamente lo que pueda decir sobre el asunto. Dicho esto, un detalle que me llamó la atención al leer el mencionado escrito es un pasaje dónde Lacan destaca que más allá de las circunstancias locales que habían motivado el conflicto se revelaba un vicio; el del autoritarismo, que las rebasaba ampliamente y llevaba la marca inconfundible de un exceso. La pretensión de regular la formación de los analistas de manera “tan autoritaria” desembocaba en el fin paradójico de una “minorización perpetuada” (Lacan, 1953 p.228).
Pienso que, en el horizonte de estas desavenencias, lo que se dirime es la cuestión de la autorización de los analistas. Por lo que el problema del autoritarismo y a lo que conduce tiene su importancia en tanto punto de inflexión que divide las aguas, a la vez que demuestra que la política siempre va de la mano de la ética. Es decir, el modo en que se concibe la formación de los analistas es correlativo del modo en que se entiende la práctica analítica misma, ya que la posición del analista está en juego en la operación que comanda y dicha acción se abstiene de ejercer un poder sobre el analizante. Es por eso que un análisis no coincide con un ejercicio de dirección de conciencia, ni con una pedagogía, ni consiste en una experiencia de sugestión. Es más, es en un análisis donde podemos hacer la experiencia de liberarnos de la condena a una minoridad perpetua, en este sentido, el pasar por un análisis puede ser un modo de salir de cierta neurosis infantil por la que se pretende sostener la ilusión de perpetuarse al amparo del Otro. Posición con la que, por otra parte, se puede estar de lo más “encantado”.
Punto de partida fundacional
En 1914, Freud al escribir la Historia del movimiento psicoanalítico, se adjudica la autoría del psicoanálisis, “El psicoanálisis es, en efecto, obra mía” (Freud, 2003, p.1895), al tiempo que abandona la técnica hipnótica para dar paso a las asociaciones libres del paciente.
Recordemos brevemente el contexto en el que surge el psicoanálisis. Freud embarcado en el tratamiento de las enfermedades nerviosas estudió y practicó la hipnosis con Charcot y a continuación con Bernheim (representantes respectivos de las escuelas de la Salpêtrière y de Nancy en Francia). Posteriormente, utilizó la hipnosis como método terapéutico durante los primeros años de su actividad profesional. Reconociendo que este fenómeno, el de la hipnosis, no era más que un efecto de la sugestión. De esa época son sus trabajos con Breuer y los escritos sobre la histeria. Si bien ese era el contexto de saber y proceder que dominaba la escena de la época Freud pone desde un principio a la sugestión bajo sospecha. Su espíritu crítico lo lleva a interrogarse sobre dicho fenómeno; se pregunta en qué consiste y en qué se basan sus efectos. Investigación que luego desarrolla cabalmente en Psicología de las masas y análisis del yo, escrita en 1921. Allí recuerda haber sido testigo en 1889 del arte sugestionante de Bernheim y de la hostilidad que le producía aquella tiranía de la sugestión.
Es decir, Freud se ocupa de escribir la historia del movimiento psicoanalítico sin ahorrarse de dónde viene, sin prescindir del contexto. En tanto, si la historia hace referencia a una época, es decir a un período de tiempo determinado, el movimiento implica un trayecto que permite situar un cambio de posición a lo largo de un tiempo y respecto de un sistema de referencia dado. Podemos ubicar entonces como momento inaugural del psicoanálisis, el momento en que Freud se separa de la sugestión.
Un nuevo punto de partida
Ahora bien, ¿por qué considerar la historia, las circunstancias en que se produce un discurso, en este caso el del psicoanálisis, en lugar de no hacerlo?
Dice María del Rosario Ramírez en el prefacio a la edición facsimilar de Homenaje a Oscar Masotta -documento sobre la Historia del psicoanálisis en Argentina cuya publicación responde a la política que se lleva adelante desde Colegio Estudios Analíticos- “el sesgo de la historia del psicoanálisis es un tejido fundamental que permite leer en esa trama diferentes planos y, en retrospectiva, donde estamos.” (2020, p. 9).
Cambiar el modo de leer, un nuevo punto de partida para mí que debo a la enseñanza de Colegio Estudios Analíticos -institución de la que formo parte- y en especial a Gabriel Levy. Pienso que, como dice María del Rosario Ramírez: “Estas historias indican que se lee desde un determinado lugar, con los entrecruces de historia, política, cultura, y cuyas consecuencias inciden en la forma de practicar el psicoanálisis” (2020, p.11)
Si en algún momento leí bajo la pregnancia del discurso universitario donde lo que comanda es el saber referencial, hoy puedo decir que leo con las marcas de mi análisis y de mi formación. Contemplar, considerar la historia, los contextos en que los discursos surgen, que eso cuente, ha sido una novedad para mí y tiene consecuencias en mi manera de leer y por ende en como llevo adelante mi práctica, ya que siempre se lee desde el lugar en que se está, es decir, siempre se lee con lo propio.
Referencias de lectura
Cavalletti A. (2015). Sugestión. Potencia y límites de la fascinación política. Ed AH.
Freud, S. (2003) Historia del movimiento psicoanalítico. En Sigmund Freud. Obras Completas T. II. Ed. El Ateneo. (Texto original de 1914).
Lacan, J. (2003). Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis. Escritos 1. Ed. Siglo XXI. (Texto original 1953).
- (2011). Mi enseñanza. Ed. Paidós (texto original 1967).
Levy G. y Ramírez MdR. Editores. (2020) Homenaje a Oscar Masotta. Versión facsimilar. Ed. RSI.
Miller, J. (1987). Escisión, excomunión, disolución. Ed. Manantial.