Del trabajo de la transferencia a la transferencia de trabajo

Por Nora Caputo
| Psicoanalista. Miembro de Colegio Estudios Analíticos




¿De qué hablamos cuando hablamos de transferencia de trabajo? Trataré de decir algo sin enredarme demasiado.

El término transferencia en sí nos da la idea de algo que pasa de un lugar a otro, de uno a otro, hay un pasaje que da cuenta de la instalación de la transferencia, al que Lacan nombró como la metáfora del amor: de amado a amante, de una posición a otra, no hay trabajo analítico posible si nada de eso acontece, sin el constituyente ternario, el significante sujeto supuesto saber.

En El seminario 8, Lacan ejemplifica cómo opera la transferencia: Alcibíades deposita en Sócrates el ágalma, ese objeto brillante, precioso, que el sileno contiene en su interior, ahí podríamos decir que se inicia la “travesía”.

María del Rosario Ramírez dio una conferencia en 2017, llamada El psicoanálisis y los analistas, donde dijo que a lo largo de un análisis el ágalma cambiará de lugar, eso que se le adjudica al otro en un primer momento, que se articula en función de un Ideal que el sujeto pone afuera, sin advertir que le es propio, ese cambio de lugar del ágalma, ese pasaje, implicará todo un trayecto.

En El banquete de los analistas, texto que trabajamos en el marco de la investigación a cargo de María del Rosario, también en 2017, nos encontramos con que la tesis de la transferencia de trabajo es lo que, de algún modo, guio a Lacan en la fundación de la Escuela, es una tesis que atañe a la enseñanza del psicoanálisis, a su transmisión. Si bien fue teorizada en relación al fin de análisis, creo que se pueden pensar, además, algunas cuestiones interesantes alrededor de ella.

Lacan en la “Proposición del 9 de octubre de 1967” refiere que la experiencia del campo del psicoanálisis, planteada en su extensión, donde se apoya la Escuela francesa de Psicoanálisis, --extensión podemos equipararlo a conjunto, se refiere a los miembros de ese conjunto, o sea de la Escuela--, debe ser hallada en la experiencia psicoanalítica misma, o sea tomada en intensión, considerando que se refiere con esto a los criterios de pertenencia a ese conjunto, --condiciones a las que se debería responder para ser incluido--, lo que sería el llamado psicoanálisis didáctico, (redundantemente, ya que el psicoanálisis enseña), entiendo que aplica a la experiencia misma del análisis, ya que la transferencia es un asunto de amor y de saber, o sea que la enseñanza está desde el comienzo. Extensión e intensión al modo de la banda de moebius.

En el dispositivo analítico, la interpretación que pudiera surgir, vale en determinado momento, en lo particular, la interpretación es un saber que se enseña a uno solo, procede al modo del uno por uno. De hecho, del saber del inconsciente podemos saber algo a través del trabajo de la transferencia, el amor es el motor y se dirige al saber.

El discurso analítico sólo procede del uno por uno, y acá la pregunta, entonces ¿cómo enseñar a todos lo que se enseña uno por uno?, Lacan habla de la transmisión del psicoanálisis como una transmisión “por recurrencia”, se trata de una experiencia entre dos, uno, es el analista, experiencia que luego puede ser retomada por el otro con un tercero, transmisión por recurrencia también de lo que el psicoanálisis enseña, que se realiza conforme a la modalidad de su práctica, uno por uno. De esta manera nos encontramos con que su enseñanza no difiere de las condiciones de su experiencia misma. Dicho de otro modo, la enseñanza del psicoanálisis sólo puede transmitirse de uno a otro a través de la transferencia de trabajo, se trata de que el trabajo mismo sea transferido uno por uno. Ahora bien, si consideramos, que es el analizante el que trabaja, en tanto que el analista soporta el acto, queda claro que no se trata del analista en su función clínica, sino de su función en la enseñanza del psicoanálisis, lo que lo sitúa en una posición homóloga a la del analizante considerando que para Lacan la posición del enseñante, propiamente dicha, es análoga a la posición del analizante.

En el “Acto de fundación” de la Escuela, Lacan dijo: “No necesito una lista numerosa, sino trabajadores decididos”, ya no es acerca del amor al saber, sino del deseo de saber, además de como transmitirlo, de volver a la praxis original del psicoanálisis, a sus conceptos, denunciando las desviaciones que degradan su empleo. Esto es absolutamente actual, en distintos momentos en Colegio Estudios Analíticos, se insistió sobre la asimilación del psicoanálisis por la psicología. En el mismo texto, al comienzo, Lacan dice: “Fundo --tan solo como siempre lo estuve en mi relación con la causa psicoanalítica--…” no se propone como Ideal, él está en relación con un Ideal, la causa. Solo como cada quien, en su soledad de sujeto, está en relación con su propio Ideal. La transferencia de trabajo está en relación con el psicoanálisis mismo, al lazo de uno con uno o con otro, no de uno con todos, aunque estemos con otros, siempre se está solo.

Entiendo que finalmente se puede ubicar el ágalma de la transferencia de trabajo en el psicoanálisis como causa.

Poco después del 64 Lacan elabora una tesis donde plantea que un análisis llevado a término produce un analista. De analizante a analista. Queda claro, en principio es cuestión de los análisis, de ese camino necesario, siempre singular, que permitirá al analizante arribar a un modo diferente de plantear su deseo.

Decía antes que en la transferencia de trabajo ya no se trata del amor al saber sino del deseo de saber, ¿cómo es esto? no es el deseo de saber lo que sostiene un análisis, sino el amor al saber, lo que da cuenta del trabajo de la transferencia, el amor descansa en un saber ignorado, un saber que no se sabe y que se le atribuye a otro, cuando se le supone el saber a otro no hay lugar para el trabajo, desuponérselo, desidealizar, (en el sentido alienante del Ideal), es una oportunidad de saber, de entrar en una relación otra con el saber que ya no pasa por el amor, el recorrido que se plantea va del trabajo de la transferencia, a la transferencia de trabajo, del fascinum del amor al deseo de saber.

Respecto a formar parte de una institución de psicoanálisis, se trata de ser cada uno, uno. Distinto de la masa, de identificarse con lo que el otro hace, de hacer cuerpo con el otro, de quedar atrapado en cuestiones imaginarias. Se trata de contar uno por uno.

En la conferencia que antes citaba, que dio María del Rosario, ahí ella nos ubica respecto de preguntas importantes, ¿qué es el psicoanálisis?, ¿qué es el analista?, está la historia, y en ella la política, no hay historia ni agrupamiento posible por fuera de la política de las instituciones. En tanto que la política del psicoanálisis, tiene que ver con cómo se llevan las cosas en un análisis. Además de considerar la formación de los analistas, ahí nos encontramos con los temas que surgen en los distintos agrupamientos, los síntomas propios de cualquier formación de masa, respecto de esto, hace referencia a que Lacan, en “Posición del inconsciente”, dice que parapetarse en la masa, es una de las grandes resistencias de los analistas. Aun estando en un colectivo se puede participar de la masa o no. Por otro lado, señala la importancia de formar parte de una institución.

En la línea de la recurrencia, la transferencia de trabajo puede ser considerada como una inducción, entendiéndola como “conducir a”, Lacan habla de la inducción al trabajo a la que apunta su enseñanza, lo que implica, entre otras cosas, la caída de las identificaciones, para dar paso al deseo de saber, lograr que otros se introduzcan en ese trabajo, uno por uno. La enseñanza no es un saber cerrado, dogmático, tiene un objetivo claro de inducción: dar lugar al trabajo de otros.

Colegio Estudios Analíticos es una institución donde se privilegia, en las distintas actividades, la relación al trabajo, a la investigación, al desarrollo singular de alguna cuestión.

Entonces, en el transcurso de un análisis está aquello que cae, pero también lo que pasa, tanto un aspecto como otro conciernen al saber: el amor al saber, con el trabajo de la transferencia y el deseo de saber, propio de la transferencia de trabajo, cuando se supone que se pudo circunscribir la causa de la represión, aquello que vela el horror a saber. Del amor al deseo. Del saber supuesto al saber expuesto.

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