Sobre el humor en lo cómico

Sobre el humor en lo cómico

Por María del Rosario Ramírez

| Psicoanalista. Miembro de Colegio Estudios Analíticos

 




| “El humor en lo cómico”. Probablemente es fácil adivinar en esta frase la referencia a un escrito de Lacan, Kant con Sade. En el escrito, Lacan asevera mediante una torsión cuál es la contracara del imperativo categórico de la ley moral en Kant. La rigidez de la ley, como ley universal impone dejar de lado todo interés, toda pasión. ¿Adónde puede llevar su máxima? su máxima indica una ley que empuja a una acción que debe tener validez para todos y en todos los casos, como ley universal. Es en este sentido que la respuesta que da Sade a dicha ley es “el grano de sal” que faltaba. Lacan encuentra en la ley moral de Kant la raíz de lo que en Freud fue nombrado superyó, es decir la ley inconsciente que impone al sujeto cómo orientar su acción. No es difícil notar que en esa ley que se orienta por la razón hay una cierta dimensión de la acción que no se guía por el deseo sino por un sacrificio del deseo en cumplimiento de la rigidez de la ley, del ideal de la moral kantiana. Sade, podemos decir, propone otra ley a través de una máxima que recita así: “tengo derecho a gozar de tu cuerpo, puede decirme quienquiera y de hecho lo ejerceré, sin que ningún límite me detenga en el capricho de las exacciones que me venga en ganas saciar en él”. Lacan muestra que todo el moralismo kantiano en su articulación racional no es otra cosa que la contracara, podemos decir, el revés del imperativo centrado sobre el goce y no sobre el deber. En la máxima sadeana la ley kantiana se transporta como una locomotora oronda en su interior. La máxima sadeana, dice la verdad de la ley kantiana como voluntad de goce, deviene su contracara, su verdad. Es a propósito de estas palabras que Lacan agrega que la propuesta de Sade es “humor negro” en el punto en que esto podría llegar a ser tomado en serio, y es el momento en que comenta la frase: “El humor es el tránsfuga en lo cómico de la función del superyó”. ¡Gran frase! ¡Gran cuestión! ¡Tránsfuga es el que pasa por ahí, el que huye de un lugar a otro! Casi al final del texto “El humor” de Freud, leemos una frase cuyas resonancias encontramos en el escrito de Lacan. La frase de Freud: “el humor colabora en lo cómico mediado por el superyó.”

En ese texto del humor, hay una referencia al humor más crudo. Se trata del ejemplo del reo que sabe que va a morir, que va al cadalso el día lunes y exclama “¡qué linda manera de empezar la semana!”. La expresión es un ejemplo de humor negro. Transmite que siempre que se plantea el humor negro hay, cuanto menos, una pizca de desgracia. En ese mismo texto, respecto de la operación que hace el humorista, Freud sitúa un par de posiciones, el lugar del humorista y el del espectador. Subraya que el humorista arma habitualmente en una escena la situación que va a precipitar en el humor. Ahora bien, sucede que, en general, cuando se plantea esa demostración, el público se prepara para alguna pasión; por ejemplo, frente a la situación que habitualmente puede ser dramática o desgraciada, espera dolor, espera el llanto, o algo trágico, o el miedo. La operación que hace el humorista es contraria a esa expectativa: en vez de que esas pasiones se hagan efectivas, hay una “defraudación de la expectativa” Es justo en el punto en que hace la exclamación como si se tratara de un chiste, aunque hay amplias diferencias con él. Situemos una, el chiste tiene una fugacidad en relación a la risa que el humor no tiene porque en el humor la risa no es una risa franca, no es con la boca abierta, sino que a veces no alcanza ni siquiera para una mueca. ¿Hay una satisfacción en el humor? Sí, la hay. En primer lugar, para el que compone la ocurrencia de humor y quizás como un eco o copia para aquel que está en la posición de espectador. El punto importante es que el humorista, respecto de esa presentación del afecto, produce un ahorro y desestima el afecto. Hay un trabajo que es a su vez un proceso y una traducción, que va de la posible emergencia de angustia a transformarla en palabra de humor, en exclamación. Es eso que, al reo le hace decir esa frase. Lógicamente sería muy diferente si esa misma persona dijera “después de todo, qué importancia tiene que a un tipo como yo lo maten, el mundo va a seguir funcionando”. Freud dice que, ante este comentario, no habría la producción humorística y la transformación que encontramos de la otra manera.

Ya que Freud insiste con el hecho de que hay un triunfo en esa operación, en esa transformación, esto me hace pensar que hay algo en la creación humorística que aproxima al duelo e incluso a cierta aceptación frente a lo perecedero. Un ensayo de Luigi Pirandello, El humorismo, bastante extenso y con aristas interesantes, nos permite hacer un breve comentario. Hace una búsqueda histórica respecto del humor, pero es insistente en la trama el hecho de que para Pirandello no basta con la existencia del humorismo, sino que, respecto del humorismo, es necesario hacerse un concepto. Uno de los autores de referencia es Jean Paul Richter, quien dice acerca del humor que es como lo sublime al revés o, por ejemplo, la idea que aniquila. Pirandello tiene muy en cuenta estas palabras de Richter. De hecho, hay muchísimas cuestiones más; ésas son dos que me permiten en la continuación llegar al carozo de lo que trata Pirandello: en el humor, siempre lo que se produce es el sentimiento de lo contrario. Lo que se `produce es el encuentro, la coincidencia de los opuestos. Es en ese sentido que la tragedia se junta con la comedia. No es una alternancia de una cosa y luego otra, sino que se juntan la tragedia con la comedia, la risa con el llanto, el dolor con la alegría. El modo en que está construido el humor puede distinguirse de hecho, Pirandello lo hace y puede intervenir en distintos géneros. Podría haber puntos de humor en la tragedia, en la comedia, pero al mismo tiempo, Pirandello presenta las distinciones con otros géneros, por ejemplo, la sátira, en donde la cuestión es decir algo que todavía está teñido de indignación. En el caso del humorista, la indignación es transformada y puede apresar su opuesto. Con eso es que dice algo y exclama, lo leemos en el caso del reo. Pirandello dice algo más: que no se trata de una asociación por contigüidad sino por contraste.

Esto me llevó a pensar, en relación con las cuestiones del texto freudiano, que hay algo logrado en el humor que aproxima esa creación humorística, esa transformación a una creación, quizás poética, quizás cultural, quizás se trata de un trabajo con la pulsión de muerte.  Pirandello, ha escrito un grandísimo relato, Tu ridi (Tu Ríes) – el que además ha llegado al cine- donde la operación del humor es llevada a su punto más alto. La acusación se junta con la risa “Tú ríes”. En el relato se condensa en el personaje central, la desgracia, la dimensión trágica de la vida con la risa.

En su texto sobre El humor Freud dice algo que puede llamarnos la atención: dice en el humor, hay algo que es grandioso. Trata las relaciones que tiene el yo con el superyó y da a entender que hay algo respecto del humor que traduce la movilidad del superyó, es decir, “el tránsfuga”. Lo que llama la atención es este aspecto de grandioso que hay en el humor y, además, que el superyó se presenta con un tono que contrasta respecto de la ley severa y rígida y la cruel relativa a las relaciones que mantiene el superyó con el yo en el masoquismo, en la melancolía. En el humor, el superyó se presenta benévolo. No es que el superyó deje de tener relaciones con el yo, pero en el caso del humor, el yo se infla, toma el carácter del superyó. Entonces Freud dice que, respecto de este núcleo que es el superyó en el yo, es el yo quien se comporta como el adulto con el niño. Por ejemplo, le dice al niño: “esto es una pavada”. En un punto, al final del texto, Freud afirma que es como si el adulto le dijera al niño: “¡Mira ahí tienes ese mundo que te parecía tan peligroso! ¡No es más que un juego de niños, bueno apenas para tomarlo en broma!” Es aquí la función grandiosa que Freud atribuye al humor en la operación de transformación de la angustia que logra que algo se exprese. Esa función grandiosa del superyó “nos demuestra que aún tenemos mucho que aprender sobre la esencia del superyó” 



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