Democracia y sacrificio

 

Democracia y sacrificio

Por Sebastián Bartel

| Psicoanalista. Miembro de Colegio Estudios Analíticos

 




| El escenario político actual instala en el discurso de la época, nuestra época - la más próxima - una serie de significantes que trafican una carga de sentido oculto, necesario de deshilvanar. Se puede anticipar que no se trata de un hilvanado creador, que arma una prenda con el fin de instalar un diseño de vanguardia que constituya un movimiento político capaz de dar respuestas novedosas a los malestares que nuestra cultura - y el funcionamiento democrático que supimos recuperar hace 40 años - inherentemente porta. Es un discurso disfrazado de novedad, pero andrajoso por donde se lo mire. Por otro lado, ocurre ese fenómeno tan habitual al momento de aportar una lectura lo más correcta posible sobre esos significantes; entre la prisa y la voracidad del discurso que se lleva puesto cualquier intento de comprensión: Inevitablemente cae a destiempo, a un ritmo sincopado.
En medio de la catarata apresurada de medidas - bajo la impronta de que estamos al borde del colapso - se intenta eliminar ese tiempo de comprensión y pasar lacónicamente al momento de concluir. Aún nos encontramos en el instante de ver. Desde la asunción del nuevo presidente hubo un bombardeo discursivo que nos resulta confuso. De ese barullo de palabras resuenan significantes. Funcionan como ordenadores, establecen posiciones y definen rumbos. “Gracias por el sacrificio” publicó en la red social X el ministro de economía el mismísimo día de navidad. Al parecer, la coyuntura actual amerita que ocurran sacrificios.
Sacrificio no es un término ajeno al psicoanálisis. Sigmund Freud apela a su uso a lo largo de toda su obra. En líneas generales, siempre que se trate de renuncia pulsional se lleva a cabo un sacrificio a favor de permanecer dentro de los límites que la cultura impone:

"En términos universales, nuestra cultura se edifica sobre la sofocación de pulsiones. Cada individuo ha cedido un fragmento de su patrimonio, de la plenitud de sus poderes, de las inclinaciones agresivas y vindicativas de su personalidad; de estos aportes ha nacido el patrimonio cultural común de bienes materiales e ideales."

A partir del sacrificio, el patrimonio común adquirido se declara “sagrado”. El sacrificio permite establecer un orden social, instaurar la ley. En su gran obra Tótem y tabú, Freud - acompañando sus lecturas de Robertson Smith - irá armando el entramado que le permite, a partir del estudio de los pueblos primitivos, desprender la lógica de cómo se instaura la ley a partir del totemismo: No al incesto, no al parricidio. Es el comienzo de un orden ético y social: “Ética es limitación de lo pulsional”2 . De este modo, el sacrificio forma parte de la constitución misma del sujeto que de otro modo estaría destinado a posicionarse por fuera de la cultura.
El sacrificio es una consagración, esto significa que un objeto pasa del ámbito común al ámbito religioso. No se puede pensar el sacrificio por fuera del discurso religioso. Ya la etimología del término sacrificio conlleva la idea de hacer algo sagrado: sacrum-facere. En este sentido, el Ensayo sobre la naturaleza y la función del sacrificio de Henri Hubert y Marcel Mauss permite pensar la estructura del acto sacrificial a partir de los documentos del ritual védico como testimonio escrito del sistema sacrificial.
En la clase a mi cargo en el dispositivo de Estudios y Razones en la enseñanza de Jacques Lacan de Colegio Estudios Analíticos titulada El objeto anal. A propósito de la neurosis obsesiva surgió la pregunta en torno a cuál será el sacrificio que impera en nuestra cultura actual, donde se trata más de un imperativo a gozar que de una exigencia a renunciar. Existen sacrificios de todo tipo, en el día a día. Incluso, hay posiciones sacrificiales como modo de habitar el mundo. En el Seminario 10, Jaques Lacan dice:

"Forma parte de la experiencia común que no vivimos nuestra vida, seamos quienes seamos, sin ofrecer sin cesar a no sé qué divinidad desconocida el sacrificio de alguna pequeña mutilación, válida o no, que nos imponemos en el campo de nuestros deseos (Lacan, 1963)"3

La neurosis surge de la mano del sacrificio.
Pero volviendo a nuestro presente surge una pregunta: si la estructura del sacrificio consiste en un sacrificante que ofrece un objeto - que como condición tiene que ser destruido - a una divinidad a la espera de algún beneficio y por intermedio de un sacerdote ¿Cómo se distribuyen esos lugares en nuestra época?
Si hablamos de sacrificio - siguiendo a Freud - se trata de instaurar un sistema de orden social nuevo, distinto. El establecimiento de una ética diferente. Solo resta esperar si la oblación recae sobre nuestra democracia, a la espera de que la divinidad - el mercado en este punto - disponga las cosas bajo la premisa de un mundo nuevo donde imperan las reglas del libre intercambio, con la inocente presunción de que las cosas andarán bien solas, bajo el ideal de libertad, eximidas de maldad.




Notas:
1 Freud, S. (1908): La moral sexual <<cultural>> y la nerviosidad moderna. En Obras completas. Volumen 9. Amorrortu Editores. Buenos Aires. P. 167-168
2 Freud, S. (1938): Moisés y la religión monoteísta. En Obras completas. Volumen 23. Amorrortu Editores. Buenos Aires. P. 114
3 Lacan, J. (1963): Las cinco formas del objeto a minúscula. En El seminario libro 10. Paidós. Buenos Aires. P. 300

Bibliografía:
Freud, S. (1908): La moral sexual <<cultural>> y la nerviosidad moderna. En Obras completas. Volumen 9. Amorrortu Editores. Buenos Aires. P. 167-168
Freud, S. (1938): Moisés y la religión monoteísta. En Obras completas. Volumen 23. Amorrortu Editores. Buenos Aires. P. 114
Lacan, J. (1963): Las cinco formas del objeto a minúscula. En El seminario libro 10. Paidós. Buenos Aires. P. 300
Hubert, H. y Mauss M. (1899): Ensayo sobre la naturaleza y la función del sacrificio. Waldhuter Editores. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 201

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