Nota sobre la puesta en acto (la mise en acte). Transferencia y realidad del inconsciente en Lacan
Por Luciano Ducatelli
En el seminario sobre los cuatro conceptos fundamentales del
psicoanálisis (El Seminario 11 - 1964) Lacan define a la transferencia
como “la puesta en acto de la realidad del inconsciente” (Lacan, 2008, p. 152)
y le otorga a esa definición un papel de importancia. Sitúa con ella un nuevo
aforismo por medio del cual intentará conmover la idea que circulaba en aquel
momento sobre el análisis de la transferencia y que podía leerse en algunas
publicaciones de la International Journal of Psychoanalysis. En el
seminario, también enuncia esa definición como una fórmula que servirá para situar
“aquello que más se tiende a evitar en el análisis de la transferencia”, haciendo
referencia a la realidad de la constitución del sujeto en contraste con una
realidad que bien podría estar forjada para el sujeto a partir de algún
contexto en particular, por ejemplo, el de un tratamiento psicológico en el
cual se omita lo esencial del inconsciente. Entonces dice:
El inconsciente es los efectos que ejerce la palabra sobre el
sujeto, es la dimensión donde el sujeto se determina en el desarrollo de los
efectos de la palabra, y en consecuencia, el inconsciente está estructurado
como un lenguaje. Esta es, aparentemente, la dirección indicada para evitar que
cualquier aprehensión del inconsciente tenga como mira una realidad que no sea
la de la constitución del sujeto. (Lacan, 2008, p. 155)
Se aprecia, en la última frase de esta cita, aquello que
Lacan pretende develar con esa definición del concepto de transferencia en
íntima relación con el inconsciente. También cuando, ante una pregunta del
auditorio (del Dr. Rosolato: “¿qué entiende usted por puesta en acto?”) responde:
“Puesta en acto es una palabra promesa”, explicando que es necesario definirla
de ese modo para que el concepto no se “preste a coartadas” que dan cuenta de
la limitación en la intervención analítica cuando lo esencial del sujeto queda
escondido u omitido. Todo lo que entra en la línea de la coartada por parte del
sujeto (el pretexto, la disculpa, la omisión, etc.) son formas en las que este se
esconde y Lacan advierte de las limitaciones para el analista que se preste a ello
por sesgos o rodeos en el abordaje de la trasferencia.
Más adelante, Lacan apoya el señalamiento acerca de los
desvíos del concepto diciendo: “La realidad del inconsciente es … la realidad
sexual. A cada paso Freud lo recalca empecinadamente” (Lacan, 2008, p. 156). Apuntará,
entonces, a la pregunta acerca de si es por ello por lo que debemos considerar
el inconsciente como un remanente de esa “fusión arcaica” del pensamiento con
la realidad sexual, aclarando que…
Freud, en la función de la libido no se propone en absoluto
presentificar una relación arcaica, un modo de acceso primitivo de los
pensamientos, un mundo supuestamente presente en ella como la sombra
persistente de un mundo antiguo a través del nuestro. La libido es la presencia
efectiva, como tal, del deseo. (Lacan, 2008, p. 159)
La presencia efectiva, la actualidad del deseo, su empuje y
vigencia para el sujeto. Lacan señala la profunda distancia en la que se
ubicaron algunos desvíos de la época retomando aquello que, de hecho, siempre
estuvo en Freud, quien, por ejemplo, en su artículo Sobre la dinámica de la
trasferencia (1912) afirmó: "En el origen sólo tuvimos noticia
de objetos sexuales; y el psicoanálisis nos muestra que las personas de
nuestra realidad objetiva meramente estimadas o admiradas pueden seguir siendo
objetos sexuales para lo inconciente en nosotros" (Freud,
2007, p. 103). Está claro que en esa serie de estimados o admirados entra el analista,
pero entonces, en una conexión con aquel carácter sexual de los objetos que
Freud ubica desde el origen como inscripción del inconsciente. Para el campo de
la neurosis, si eso se logra desplegar en una articulación significante, en la
palabra orientada al Otro, está entonces la posibilidad de que ese carácter
sexual del objeto pase a la dimensión de un deseo de saber y a la producción de
una serie de suposiciones respecto de aquello que tanto se motoriza en la
situación transferencial; es decir, a la instalación del Sujeto supuesto Saber.
En la cita de arriba, Freud delimita un campo primario donde
situar la satisfacción y sus objetos, donde ese “desarrollo de los efectos de
la palabra” (me gusta esa frase de Lacan como alternativa a la idea de un
desarrollo evolutivo) aún en curso, sugiere una relación entre el Otro y la
emergencia del sujeto. Un período de inscripción, si de ese modo se puede
señalar aquel tiempo de determinación del sujeto al que se refiere Lacan. Allí,
lo que prima originalmente, en el encuentro del viviente con el lenguaje, es el
cuerpo y aún en desarrollo está la articulación significante. Este último
aspecto, donde cierto goce del cuerpo impera sobre la regulación de lo
simbólico, acercándose al modo primario de la satisfacción, creo que puede aportar
a la pregunta acerca de algunos tipos de problemáticas subjetivas de la
actualidad, que requieren de una “práctica de investigación constante, de los
encuentros y desencuentros entre el lenguaje y el cuerpo” como destaca María
del Rosario Ramírez en ABC La cultura del psicoanálisis N°9, de reciente
publicación con el título Paradojas de la satisfacción: Capitalismo y
subjetividades contemporáneas. También como una línea para considerar la
pregunta que Gabriel Levy estableció como orientación para el trabajo en
Estudios y Razones en la Enseñanza de Jacques Lacan 2025 acerca de qué es la
transferencia cuando no es el Sujeto supuesto Saber.
Bibliografía
Freud, S. (2007). Sobre la dinámica de la transferencia. En Obras
completas tomo XII. Amorrortu, (1912]).
Lacan, J. (2008). El Seminario. Libro 11. Los cuatro
conceptos fundamentales del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós. (1964).
