Entre dos ausencias. Comentario sobre Madres en duelo[1]

Por María Cecilia Preneste
Psicoanalista miembro de Colegio Estudios Analíticos


“Demasiado próximas o demasiado lejanas, ancladas en el cuerpo del niño en un alumbramiento sin fin, o retiradas de la compañía de los hombres e inflexibles a sus ruegos, 
entregadas a sus menis, amor agobiante y odio asesino, armadas o desarmadas,
 no cabe duda de que las madres dan miedo para que se las vista así, de negro" 
(Loraux, 2004)

La sexualidad femenina ha ocupado desde el inicio un lugar central en la labor analítica. Ha sido Freud el que ha dado lugar a la queja de aquellas mujeres que no entraban en la horma de su época: “Cabezas con gorros jeroglíficos, cabezas de turbante…traspiradas cabezas humanas”, citaba Freud a Heine para referirse al enigma femenino. Enigma que alcanza, según señala el autor de la Conferencia 33 sobre la feminidad, no solo a las mujeres sino también a los hombres.  
La diferencia de los sexos a partir de la articulación del Edipo y su centro el complejo de castración ha marcado un límite. Roca, escollo en el camino de la elaboración freudiana en lo que atañe específicamente a las mujeres.

Es allí donde Lacan recoge el guante a partir del primado inicial que homologa a ambos sexos. En esta perspectiva, extenso es el recorrido que en su obra posibilita ubicar los desfiladeros del goce en la sexualidad femenina, para indicar que este no se restringe al falo, sino que involucra un más allá.
Según María de Rosario Ramírez[2]-, Freud y Lacan fueron dos hombres de cultura. Las lecturas de Freud se nutrieron con las obras de los clásicos y de sus contemporáneos vieneses. Participó de aquel clima de efervescencia cultural y, produjo al mismo tiempo una ruptura con su descubrimiento del inconsciente. Lacan, en su retorno a Freud, recurrió a otros discursos y aportó una razón a la lectura de esos textos la cual suscitó, a su vez, el interés en muchos otros campos de la cultura.
“Percibimos que la enseñanza de Lacan, su lectura de Freud, las lecturas de los otros discursos y el esclarecimiento aportado por J. A. Miller en todos estos años, están elaborados por una política: volver al punto de partida quiere decir educarnos en la cultura” (Ramírez M. d R. 2017, pp.14)
 
En la misma dirección se orienta el trabajo de la historiadora francesa Nicole Loraux. La autora, influyente en cuestiones de género, realiza un rastreo histórico y encuentra en el psicoanálisis, como en otros discursos, el apoyo teórico para el desarrollo de su trabajo. El psicoanálisis en la cultura y la cultura del psicoanálisis. 
Madres en duelo, de cara a la actualidad, permite realizar las siguientes consideraciones. Primera, en torno al lugar de las mujeres en el ámbito griego: ¿qué sucede cuando irrumpe la pasión en la ciudad y la excede? Segunda, el intento de la política de domesticar el exceso femenino, una operación no siempre exitosa. Y una tercera consideración en torno al duelo, el perjuicio y el odio.


Entre dos ausencias
Inspirada fundamentalmente en la escena de las reinas del cuento Ricardo III de W. Shakespeare, la autora señala que esto le despertó “el antiguo deseo de comprender aquello que, en el ámbito griego, convierte el duelo de las madres en un envite para la política tal y como la define la vida ciudadana” (Loraux 2004, p 8).  Recurre, a su vez, a otras figuras mitológicas a lo largo del texto.
En Atenas es donde se formuló la ideología cívica de la maternidad.  Allí, la mujer alcanza su finalidad (télos) en el acto de dar a luz. Con el alumbramiento las mujeres procuraban a sus esposos la perpetuación de su estirpe y sus nombres, asegurando “la reproducción de la ciudad” (Loraux, p19). En términos de comedia, la maternidad era un impuesto: se pagaba con hombres. Si el ciudadano era por definición un soldado, las madres tenían carga doble, primero pariendo y luego enviando a sus hijos a la guerra.
Cuando un soldado moría se articulaba un tándem entre dos ausencias: una ausencia física y una ausencia simbólica. A las madres, vestidas de negro, les estaba vedado ver los cuerpos de sus hijos y quedaban excluías del cortejo fúnebre por las calles. No se mencionaba el dolor de las madres ya que estas habían desaparecido. Sometiendo los funerales privados a limitaciones muy estrictas la ciudad regulaba, de esta manera, el duelo y el papel de las mujeres.


El exceso y la política
En Grecia, enlutado era sinónimo de afeminado. Los hombres evitaban toda pasión en el duelo. Consecuente con esta idea, definían a la herida viril como aquella que sangraba, pero se curaba, a diferencia de odúne (dolor intenso e interno de las mujeres)
Loraux afirma que nada en la lógica del drama permite asegurar que el amor baste para crear una madre. Dice que el dolor de una madre es genérico, contiene en sí todos los duelos.
Cuando las madres estaban de duelo, la pasión irrumpía en la ciudad ya que en el dolor de madre siempre amenazaba el exceso. Lo temible era el odio naciente del dolor y cómo podría ello afectar la estabilidad cívica. Como respuesta, la política de los hombres griegos prescribió un rito funerario de límites estrictos para la pasión. 
Entonces, el estudio de los ritos en los que la comunidad trató de circunscribir el pathos del duelo, nos da idea de aquello que la ciudad temía, o teme. Nada garantizaba que las ceremonias fúnebres bastasen para exorcizar el ”placer de las lágrimas” (Loraux 2004). 
Como un modo de sostener la perpetuidad era importante que los ciudadanos no se desgasten llorando. Entonces, expulsados tanto del Cerámico como del Ágora, los restos resistentes a todo tratamiento refluyeron en el teatro.  En el escenario trágico se recreó ese duelo materno transformado en actos, descubriendo el sufrimiento que causaba la pérdida de los hijos y las consecuencias de la cólera nacida del dolor.
La representación del duelo habitaba la tragedia. Esto fue así tanto para el duelo como para las mujeres. Por lo tanto, el duelo y las mujeres fue un encuentro no azaroso. Ya en la ciudad arcaica el duelo gimiente era femenino y por ello debía ser excluido. 
Nicole Loreaux, en su texto Las experiencias de Tiresias (2004), situó el "operador femenino" como tercer término entre hombre y mujer. Allí, la historiadora se interrogó cómo afectaba al hombre griego dicho operador. Citó a Freud[3]  para delimitar la disposición bisexual y los avatares del Edipo y la castración en ambos sexos. Apoyada en los desarrollos freudianos, la autora distinguió el cuerpo, el soma, del lado de la mujer. Para Loraux, el hombre delimitaba el género, era sujeto político y carecía de cuerpo. Tomó el mito de Tiresias, referencia clara a Jacques Lacan, para situar la superioridad del goce femenino: ahí donde el hombre goza de una parte, la mujer goza de muchas más. Y concluyó que dicha experiencia se trata de una experiencia de saber.
Lacan ha recurrido al mito de Tiresias más de veinte veces a lo largo de su obra, entre tantas, dice: 
“Que nosotros sabemos muy bien que el goce femenino queda afuera. No sabemos ni una palabra sobre el goce femenino; sin embargo, no es una cuestión reciente; hubo ya un cierto Júpiter, por ejemplo, sujeto supuesto saber, de eso no sabía. Le preguntó a Tiresias. Cosa formidable: ¡Tiresias sabía mucho más! Solo cometió un error, decírselo; como ya saben, perdió la vista” (Lacan, 21/02/68)
Si el duelo gimiente es femenino, duelo y mujer fue un encuentro no azaroso.


Los de excepción
Como se dijo al comienzo, la historiadora se apoya en Ricardo III, donde Shakespeare, no cesó de amplificar el dolor de ser madre. Releva el sufrimiento de la duquesa de York que odió a su hijo. Lo odió porque ha matado a sus otros dos hijos y para ella como para Margarita, en el duelo, hay odio y lo odió de origen, porque él, su hijo, nació deforme y porque desde el primer momento ver a Ricardo le resultó penoso.
En Madres en duelo Loraux cita el texto Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico (1916), donde Freud planteó una recurrencia: pacientes cuyos rasgos de carácter obstaculizaban la labor del médico. El vienés aclaró que muchas veces estos rasgos son imperceptibles para aquel que los porta.   En general, estos pacientes dicen que ya han sufrido y se han privado bastante; y esto les da el derecho a que no se les impongan restricciones. No están dispuestos a someterse a ninguna nueva necesidad desplaciente, pues son excepciones y se proponen seguir siéndolo. Freud descubre que dicha recurrencia se enlazaba a un padecimiento de los primeros años de la infancia, vivenciado por el sujeto como una ofensa injusta inferida a su persona. Los privilegios que derivaron de esta injusticia y el desenfreno de ellos resultante, contribuyó a agudizar los conflictos y condujo a la explosión de la neurosis. Freud tomó el personaje de Shakespeare, Ricardo lll como paradigma de aquellos con pretensión de excepción: “Y pues que no puedo actuar como un amante frente a estos tiempos de palabras corteses, estoy dispuesto a actuar como un villano y odiar los frívolos placeres de esta época” (Como se cita en Freud, 1916.p. 321)
Freud no abandonó “los de excepción” sin observar que este rasgo se eleva a la estructura de cualquier neurosis: 
“…que la pretensión de las mujeres a ciertas prerrogativas y dispensas de tantas coerciones de la vida descansa en el mismo fundamento (…) las mujeres se consideran dañadas en la infancia, cercenadas de un pedazo y humilladas sin su culpa. Y el encono de tantas hijas contra su madre tiene por raíz última el reproche de haberlas traído al mundo como mujeres y no como varones”. (Freud, 1916. P.322)
Para concluir, Loraux propuso comprender aquello que en el ámbito griego convierte el duelo de las madres en un envite para la política.  Texto que permite, en la relación con otros discursos, realizar algunas consideraciones en torno al lugar de las mujeres, la sexualidad y sus derivas.
Para las mujeres, la vida en la ciudad y el lugar que en ella ocupan, ha concernido a los atenienses y nos concierne en la actualidad. 
A partir del rastreo que realiza la historiadora, y como se destacó en este trabajo, que la mujer alcanzó su finalidad (télos) a través de la maternidad, obteniendo así su carta de ciudadanía.  En este sentido, Freud ubica dicha finalidad como una posible salida para la mujer del Edipo y su centro, el complejo de castración, diferenciándolo de su desenlace para el varón. La perspectiva fálica comporta un límite en lo que atañe a la sexualidad femenina.  El apartado “Los de excepción” da cuenta de la roca con la que se topan las mujeres cuando lo que insiste es el perjuicio, el odio y la exigencia de una compensación que evidencia una herida que no se cierra  
El duelo que se articula entre dos ausencias, según lo dicho, es femenino. Las mujeres como madres en duelo perdieron su fin (télos), y ese sin fin (exceso), fue sentido como peligro por la ciudad. Lacan cuya enseñanza ilumina los desfiladeros del goce en la sexualidad femenina, indicó que este no se restringe al falo, sino que involucra un más allá, exceso, placer de las lágrimas, alumbramiento y duelo sin fin. Y ya no cabe duda de que las madres en duelo, o lo femenino, dan miedo para que se las vista así, de negro.




[1]- Loraux N. (2004). Madres en duelo.  España. Abada Editores, S.L.
[2]- Ramírez M. d. R. (2017) Presentación.   ABC LA CULTURA DEL PSICOANÁLISIS. pp. 13-14. Buenos Aires. Ediciones RSI
[3]- Freud, S. “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos” (Freud, 1925)

Bibliografía
Freud, S. (1916) Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico (1916). Sigmund Freud Obras completas. Tomo XVl pág. 313. Buenos Aires. Amorrortu editores s.a.
Freud, S. (1925). Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica de los sexos. Sigmund Freud Obras completas. Tomo XlX.pág.259 Buenos Aires. Amorrortu editores s.a.
Freud, S. (1923). Conferencia 33 sobre la Feminidad. Sigmund Freud Obras completas. Tomo XXll   .pág. 104. Buenos Aires. Amorrortu editores s.a.
Lacan, J.J. (1967-1968). El seminario de Jacques Lacan: libro 15. El Acto analítico. Recuperado de 18 Seminario 15.pdf (bibliopsi.org)
Loraux N. (2004). Madres en duelo.  España. Abada Editores, S.L.
Ramírez M.d.R.R. (2017) Presentación. Revista ABC La cultura del Psicoanálisis n°1. Buenos Aires. Ediciones RSI.

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