Lo que promueve

Por Sebastián Bartel
Psicoanalista miembro de Colegio Estudios Analíticos


Cada entrega de las Notas a lo que hace escuela freudiana será la transmisión de una política y una política de la transmisión. No la que se explicita, sino aquella que se deduce de la lectura. Lo que la Escuela hace debe conducir a lo que hace escuela: es su destino.
O. Masotta (1979) – La dispersión

A comienzos de este año, se perfilaba la oportunidad de sobrepasar la pandemia iniciada en 2020. Con la llegada de las vacunas y el descenso de los contagios la perspectiva para el contexto de formación se asomaba dejando de lado la galería del Zoom que, si bien llegó para quedarse (por lo menos durante un tiempo), la idea de retomar la propuesta del encuentro entre los cuerpos auguraba que el tan preciado significante “presencialidad” sea posible.
En fin, la coyuntura epidemiológica forzó a un tiempo más, a una espera, a un continuar del mismo modo… pero diferente. 
Entonces continuamos con las actividades de Colegio Estudios Analíticos en la denominada “modalidad virtual”, en la apuesta de renovar el deseo bajo las condiciones que nos permitan seguir con el trabajo de cada uno. 
Ahora bien, un comentario de Gabriel Levy a comienzos de este año hizo resonar algunos recuerdos en mi recorrido de formación, aún antes de ser miembro de Colegio Estudios Analíticos. “Picotear” fue el significante que Gabriel relevaría para remitir a algunas dificultades en la formación. Entonces recordé mis inicios en el psicoanálisis, mis ansias por descubrir el “verdadero analista”, acabado, lector pleno de la Biblioteca Total, de la Biblioteca de Babel a la que remite Borges. Indudablemente la experiencia no hizo más que volver añicos la ilusión de un ideal fundamentalmente aplastante que no tuvo otro efecto que volverme inoperante. Pululaba y “picoteaba” donde podía. 
Es así que me encontré con la propuesta de Colegio Estudios Analíticos. Deje de picotear. Aparece la discusión clínica. Retomé la lectura de Freud, continué mi lectura de Lacan. Pero desde una perspectiva creadora. Se suma la literatura: Borges, Macedonio Fernández, W. Gombrowicz, Ricardo Piglia, Onetti, Joyce, etc. Y se incluye la historia. Entonces la formación ya no es lineal, no consiste en acumular contenidos, en sumar libros en la biblioteca, repetir frases. Implica un avance, investigar, volver a empezar, retomar, releer, y en virtud de aquello en lo que “cada uno anda” desandar o ir construyendo eso “que no anda”.
Pero ¿por qué la historia? El psicoanálisis incluye a los psicoanalistas. Y la historia permite no solo dar cuenta de los enunciados de quien la escribe sino también – en la medida de permitirse hacer una lectura – escuchar su enunciación. Entonces aparecen, como en filigrana, aquellos elementos que componen una compleja trama en la historia del movimiento psicoanalítico.
Lógicamente, en el ámbito local – y sobre todo en la lengua castellana – hubo algunos protagonistas responsables de forjar la historia del psicoanálisis en Argentina. En lo concerniente al psicoanálisis lacaniano el nombre de Oscar Masotta es imposible de eludir. Sobre todo porque fue el primero que fundó Escuela. Entonces, Gabriel Levy advierte: 
“Es así que la historia del psicoanálisis lacaniano queda indisolublemente ligada a su nombre en nuestro medio y, extensivamente, en la lengua castellana; de modo que cualquiera que pretenda considerarse lacaniano en Argentina actualmente -lo sepa o no, lo acepte o no – está determinado por esa marca” (G. Levy; 2020, p.  187)
Pero ocurre de pronto que en esa historia local hay elementos elididos. Entonces la versión facsimilar de Homenaje a Oscar Masotta viene a restituir aquel – quizás entre otros - elemento elidido de la historia y recupera un documento que por diversos factores había quedado reducido a una circulación restringida (en el mejor de los casos). La publicación de este documento es la oportunidad para muchos (entre los que me incluyo) de hacer un recorrido que transite el complejo entramado de cómo se fundó la primera Escuela de psicoanálisis lacaniano en nuestro país. Pero sobre todo es una publicación que trata acerca de la política instituyente del psicoanálisis francés en habla castellana y, por qué no, de la política de algunos sujetos que estuvieron en los inicios.
Tomo una cita de María del Rosario Ramírez en el Prefacio a la edición facsimilar: 
“Puedo decir que el sesgo de la historia del psicoanálisis es un tejido fundamental que permite leer en esa trama diferentes planos y, en retrospectiva, donde estamos. Una parte de esa historia es lo que Homenaje a Oscar Masotta muestra, para quienes sepan ‘leer entre líneas’” (M. del Rosario Ramírez; 2020 p. 9)
En el mes de julio de 2020 tuve la oportunidad de participar en las lecturas de fragmentos de Homenaje a Oscar Masotta – Versión facsimilar. Fue un acontecimiento importante. Sobre todo porque no solo participamos los miembros de la institución sino porque fue una actividad abierta al público en general. Tal como sucedería el día de la presentación del facsímil, había personas pertenecientes a diversos ámbitos de la cultura: literatura, periodismo, sociología, psicología, psiquiatría etc. Entonces pienso: esa impronta masottiana - que desde la lectura de Sarte y Merleau Ponty, la filosofía, el arte, la semiología, la historieta, el arte pop - introdujo la obra de J. Lacan en nuestro país, dejo un surco imposible de sortear que atraviesa una variedad discursiva que excede al psicoanálisis mismo.  
El día de las lecturas de fragmentos elegí la Presentación del segundo congreso Lacaniano (oct. 1969). Mi elección se debió a que es un texto que permite deducir el tono de discusión de la época entre la clínica y la teoría. Discusión profunda ya que se acusaba a Masotta y a su grupo de “falta de experiencia clínica”. Algo similar sucedería con el debate en la mesa redonda cuando los Mannoní visitaron la Argentina. Masotta advertía: “El teoricismo me parece hoy un peligro y trato de evitarle recordando que cuando hablo de psicoanálisis hablo de psicoanálisis y que la teoría que hablo depende y se origina en la clínica” Pero luego agrega algo que me parece sustancial:
“Se me podrá decir que soy un pregonero y no un teórico, puesto que tengo poca clínica. A eso no tengo nada que contestar. Sólo que entonces pediría ser juzgado no por lo que tengo sino por lo que promuevo
De esto se trata, de aquello que aún hoy, promueve.



Bibliografía:

Masotta, O (1972): Reunión del martes 11 de abril. En Cuadernos Sigmund Fred 2 / 3. Maud y Octave Mannoni. El estallido de las instituciones. Ediciones Nueva visión. 1973
Masotta, O (1979): La dispersión. En Notas de la escuela freudiana de la argentina. Helguero Editores. Buenos Aires. 1979
Ramírez, M. Levy, G. (eds.) (2020). Homenaje a Oscar Masotta. (Edición facsimilar). Buenos Aires, Argentina: Ediciones RSI

Entradas populares de este blog

Democracia y sacrificio

Cuando falta la falta: El signo del espejo, “un curioso síntoma”.

Entre el recorrido y la experiencia