Hacer pasar a otro lado

Hacer pasar a otro lado por Ada Fernández psicoanalista miembro de Colegio Estudios Analíticos

Por Ada Fernández
Psicoanalista miembro de Colegio Estudios Analíticos



|“Traducir es el modo más atento de leer. Y en realidad leer atentamente, es el responsable de la presente versión.”
José Salas Subirat. Traductor de Ulises.


| Hace tiempo que me interesan aquellas situaciones que muestran como algunas personas llevadas por un deseo decidido, al decir de Lacan, protagonizan acontecimientos que son disruptivos en el campo en el que trascienden.

Entre ellas dos anécdotas que tienen como protagonistas, una a Witold Gombrowicz y la otra a José Salas Subirat, ambas en el ámbito de la traducción. Según cuenta Gombrowicz en su Diario, en 1946 hacía ya 7 años que se encontraba en Buenos Aires y movido, quizás, por urgencias económicas y el deseo de que conozcan su obra, emprende la traducción al castellano de Ferdydurke. Se trató de un trabajo colectivo, dice “conmovidos por la parálisis idiomática de un pobre extranjero”. Se reunían en la Confitería Rex y participaban hasta 15 personas, el mozo, personas habitués, los escritores cubanos Virgilio Piñera y Humberto Rodríguez Tomeu, el poeta argentino Adolfo de Obieta, hijo de Macedonio Fernández y otros. Frase a frase buscaban las palabras apropiadas, no solo era preciso traducir sino inventar palabras nuevas para encontrar el equivalente del polaco. ¡Qué genialidad! En ocasiones Gombrowicz le tomaba gran afecto a una palabra española cuyo sentido no comprendía bien y la imponía porque su sonoridad o su fisonomía le parecían evocadoras. Según la crítica la traducción no fue buena, así y todo al año siguiente lograron publicar Ferdydurke.

La traducción de Ulises de Joyce al castellano no tiene menos ribetes. Salas Subirat empleado en una compañía de seguros, hijo de inmigrantes que había concluido la escuela primaria a los 23 años, autodidacta, tenía facilidad con los idiomas y pasión por la lectura. Siendo un niño debió dejar la escuela y trabajar.

“José se había hecho un escondite en una estantería del comercio y, apartado de la mirada de su patrón, que confeccionada zapatos en la parte trasera del local, leía libros de la Biblioteca La Nación, que ocultaba en una caja, practicaba mecanografía en un cartón donde había dibujado un teclado y también aprendía taquigrafía de manera autodidacta. Hacia unos cuatro o cinco años que había empezado a escribir" (p.28 L. Petersen)

Lector apasionado, Salas Subirat, cada vez que subía al tren se acompañaba de un libro. A fines de la década del 30 ese libro fue Ulises, casi 20 años de publicado y ninguna traducción al castellano. Como era demasiado pesado y poco práctico para trasladar desarmó la encuadernación y convirtió las 800 páginas en fascículos transportables. Si bien leía inglés, no dominaba el idioma para llevar a cabo tamaña empresa y tampoco contaba con las referencias culturales del texto, pensaba que lo único que podía resolver el problema era frecuentar la dificultad y si a la primera lectura no entendía, no importaba, insistía. La traducción le llevó 5 años y el encuentro con Santiago Rueda, quien había comprado los derechos hizo posible que en el ‘45 se editara. En la nota introductoria a la primera edición, Salas Subirat dice “Traducir es el modo más atento de leer y en realidad el deseo de leer atentamente es el responsable de la presente versión”. La traducción con errores recibió muchas críticas, así y todo fue por largo tiempo la única. Hubieron otros interesados, cuenta Borges que en Sur integraba una comisión que trataba el tema de la traducción de Ulises y que después de un año de reuniones semanales, uno de sus miembros llegó mostrando un gran libro y gritando ¡Acaba de aparecer una traducción de Ulises!

Desde principio de siglo en nuestro país, la literatura en traducción era un conjunto más dentro de las publicaciones, que no atendían tanto a la incorporación de lo nuevo como a la democratización del consumo de libros y la ampliación del público lector. Las editoriales a través de sus colecciones ofrecían verdaderos planes de lectura.

A partir de 1940 se produce un giro con la Editorial Sur -Victoria Ocampo, Borges, Bioy Casares, Silvina Ocampo, entre los más relevantes- donde ya no se cumplen funciones sociales vinculadas a lo pedagógico y a lo popular. La literatura traducida llena funciones literarias, las traducciones pasan a ser ejercicios de escritura, el traductor deviene escritor y al revés. Para Borges hay dos maneras de traducir, una practica la literalidad y la otra el rodeo, la perífrasis. El estilo de Ocampo pertenece al modo romántico, le interesan los autores y no tanto las obras. Otro estilo es el clásico, con una concepción de transparencia donde le interesa la obra, su legibilidad y fluidez, sin tener en cuenta el colorido de la lengua, la época o la cultura original. Borges es considerado el traductor vanguardista, si se tiene en cuenta el sentido etimológico del término Traducir, que es hacer pasar a otro lado, trasladar. Reubica en el contexto rioplatense otras tradiciones literarias, “aclimata", trae al lector referencias culturales construidas en función de otro lugar y utiliza formas coloquiales de la cultura receptora. Al traducir la última hoja de Ulises, publicada en Proa en 1925, dice no haber leído el libro entero, solo a retazos, con la certidumbre que hay al afirmar el conocimiento de una ciudad sin que por ello se conozcan todas sus calles o sus barrios. 

La traducción opera como una práctica que posibilita la migración de géneros, estilos, símbolos, personajes, de un sistema literario a otro, a través de las fronteras lingüísticas. 

Germán García en el artículo ¿Joyce estaba loco? donde nos recomienda el libro de Patricia Wilson La constelación del Sur, dice que lo que hizo Lacan es una operación extraordinaria de traducción, pasar el lenguaje de Freud de la retórica clásica a la lingüística moderna. El retorno a Freud es una operación de la traducción francesa. Lacan toma la posta de Freud, quien a su vez ya en 1896 en la carta 52 a Fliess explicita el funcionamiento psíquico a través de inscripciones, reinscripciones y traducciones. Podemos agregar además, la travesía del Análisis como una traducción, como dice MdR Ramírez “el camino, el recorrido es el análisis mismo”. Lo que nos muestra que la traducción excede al campo literario.




REFERENCIAS DE LECTURA

García, G. ¿Joyce estaba loco? Revista conceptual. (2007)
Gombrowicz, R. Gombrowicz en Argentina 1939-1963. Bs.As. El cuenco de plata. (2008)
Petersen, L. El traductor del Ulises. Bs. As. Sudamericana. (2016)
Ramírez, M. Clase del 25/04/20 Investigación Lenguaje y Síntoma. Colegio Estudios Analíticos.
Willson, P. (2004). La constelación del Sur. Bs.As. Siglo veintiuno edit. (2017)

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