Nuestra ciudad de las letras

Por María del Rosario Ramírez

Psicoanalista miembro de Colegio Estudios Analíticos

El viernes 10 de abril el presidente Alberto Fernández anunció la prórroga de la cuarentena frente a la epidemia COVID- 19. Este bloque real del virus, esta contingencia, determina un vínculo social diferente al que conocemos.  “El aislamiento social preventivo y obligatorio”. Es una medida con la que estuve de acuerdo- es una medida no-renegatoria.

Al mismo tiempo creo que nos pone frente a un “Vel alienante”: ¿qué debemos cuidar? ¿La vida o el trabajo?, ¿la vida o el dinero? Estas alternativas, como propuso Lacan en el año 64, son las de un “Vel”, en el que estamos forzados a elegir: “La bolsa o la vida” si elijo la vida me quedo sin la bolsa de dinero.
Por el contrario, si elijo la bolsa me quedo sin la vida y por lo tanto si no tengo la vida tampoco puedo tener el dinero.
Trump eligió la bolsa, es decir el dinero, y nos llegan noticias de una gran cantidad de muertos en EEUU.
En Inglaterra confiaron en que si permitían circular a los más jóvenes y más fuertes, estos se contagiarían e inmunizarían.
La consecuencia, a pesar de sus sabios científicos -quienes han tenido un criterio darwiniano- la consecuencia es la gran cantidad de vidas que se lleva. Además de ¡un contagio muy inglés¡ del primer ministro más medio gabinete.
El “Vel”, “la bolsa o la vida”, muestra que se elija lo que se elija cualquiera de las alternativas es insatisfactoria ya que siempre se pierde algo o se pierde todo. Esto nos sucede con virus o sin él.
Albert Hirschman escribió un libro sobre Las pasiones y los intereses, recomendación de lectura que agradezco a Germán García. Hirschman plantea en su estudio erudito la historia de una serie de transformaciones. Por ejemplo, el deseo de gloria y poder condenado en tiempos de San Agustín, servirá a los caballeros para cimentar una monarquía. Por lo tanto, la búsqueda de poder como defecto, pasó a constituirse en virtud. La pregunta deviene entonces: ¿cómo se transforman las pasiones en otra cosa?
Dicho brevemente, algunas de las pasiones mutan en otras cosas. Podemos nombrar algunas de ellas: la ambición, la crueldad, la avaricia. Pasiones que circulan en la sociedad y en cada uno. El ahorro, la avaricia, que Freud presentó en una serie podemos verlas actuar en una economía.
Hirschman deduce en su estudio, que de cada pasión ha surgido, en la historia de las sociedades, otra cosa. Supongamos: de la ambición- política; de la crueldad- ejército; de la avaricia, quizás, comercio.
Cada una supone que puede haber un traslado, un cambio. Es decir, nos lleva a la pregunta: ¿cómo hacer “de la humanidad virtud”?
Cómo transformar una inutilidad, en virtud.
Si la peste -quiere decir, “veneno” etimológicamente-si la peste es nuestra pesadilla en estos momentos. Epidemia, epidêmos dice su etimología: ‘el que reside en un país en calidad de extranjero’, ‘el que circula dentro de un país’. Ya en griego designaba la enfermedad que se extiende por una amplia región (dêmos). De la familia etimológica de democracia.
Esta epidemia nos pone frente al problema de. ¿cómo hacer de la inutilidad virtud? Por ejemplo: del aburrimiento, la pereza, la tristeza, que se padecen en el encierro. Me pregunto: ¿Cómo hacer de la inutilidad algo útil?
Lacan en el seminario 11 habla de los campos de concentración. ¡Nada peor! Ninguna pesadilla es comparable. Hay muchos testimonios de quienes lograron salir. Esos testimonios hablan sobre la enorme dificultad, a veces imposibilidad, para metabolizar ese trauma. Hasta dónde es posible metaforizarlo, metabolizarlo. Sabemos que el trauma en tanto tal, es un agujero.
Nuestra concentración en nada se le parece. Pero nos pone frente a un bloque de real, el virus.
Recordé a Germán García en estos días cuando habló sobre la pulsión de muerte: “La sublimación supone la transformación de una pulsión sexual en un valor cultural, más el goce de esa transformación”.
Entonces escribir por ejemplo se hace a partir de nada. Decir algo en estos momentos nos confronta con la necesidad del “Bien decir” del que habló Jacques Lacan. En el Bien decir no se trata de decir cosas bonitas, sino de que lo que haya para decir pase bien por el agujero. Escribir un poema, un relato, se hace con nada y tiene en su base transformar.
En ese sentido aprecio especialmente los textos que han aparecido en periódicos, en Facebook de gente de la literatura. 
Por ejemplo, un texto de Enrique Vila –Matas:
VENTANAS ILUMINADAS. [1]
Estoy pensando en el gran escritor argentino Roberto Arlt y en aquella mañana de 1929 en la que sus compañeros de trabajo le encontraron en la redacción del periódico con los pies sin zapatos sobre la mesa, llorando, los calcetines rotos. Tenía enfrente un vaso con una rosa mustia.
Ante las preguntas y las angustias de sus amigos, dijo:
-¿Pero no ven la flor? No se dan cuenta que se está muriendo?
Son las cuatro de la madrugada en Barcelona y soy yo ahora el que tiene enfrente una vaso con una rosa mustia. El vaso no me quita la angustia, pero me ayuda aún más a pensar en Roberto Arlt. En realidad pienso en él desde que ayer un amigo literato me preguntó si en alguna ocasión, al igual que hiciera Arlt en otros días, me había fijado en las ventanas iluminadas a las cuatro de la madrugada. Hizo una pausa, y luego añadió: “Hay muchas historias en ellas”
Y es verdad, las hay. No sé muy bien yo ahora, perfectamente insomne en mi personal zona de angustia, a las cuatro de la madrugada. Y es que acabo de ver, más allá de la rosa mustia, la misteriosa ventana recién iluminada de un vecino, y de inmediato me he preguntado qué historia habrá en ella, qué estará sucediendo ahí en ese interior.
Es un texto que metaforiza con buena escritura, que más allá de la rosa mustia, muerta, está lo que vincula a las ventanas, a los vecinos, a través de las ventanas iluminadas. Las ventanitas las tenemos ahora frente a nosotros a través de los medios virtuales de los que nos servimos.
La literatura tiene una tradición en la cultura del psicoanálisis: Shakespeare, Madame Bovary, Beckett y tantos otros.
Lacan hasta dedicó uno de sus seminarios a un escritor: Joyce, para hablar del síntoma.
La modalidad virtual, el teléfono, las cartas, son los medios que encontré rápidamente como el modo de dar continuidad a los vínculos con los otros ya que el real que se ha presentado es como un trauma y frente a eso se reacciona de diversas maneras. Hablar de eso tiene lugar, con el límite que supone, en ese vínculo que permite la transferencia. Estuve segura de entrada que era necesario más que nunca la metabolización, hasta donde se pueda, de ese real. 
Tengo presente que el deseo es lo que se hace. Por lo tanto, los análisis y la enseñanza del psicoanálisis son las cosas en las que estamos. Algo así como nuestra “Ciudad de las letras”.







Un texto de  Vila- Matas, E. publicado en su red. Ventanas iluminadas.

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