Nuestra ciudad de las letras
Por María del Rosario Ramírez
Psicoanalista miembro de Colegio Estudios Analíticos
Al mismo tiempo creo que nos pone frente a un “Vel
alienante”: ¿qué debemos cuidar? ¿La vida o el trabajo?, ¿la vida o el dinero?
Estas alternativas, como propuso Lacan en el año 64, son las de un “Vel”, en el
que estamos forzados a elegir: “La bolsa o la vida” si elijo la vida me quedo
sin la bolsa de dinero.
Por el contrario, si elijo la bolsa me quedo sin la
vida y por lo tanto si no tengo la vida tampoco puedo tener el dinero.
Trump eligió la bolsa, es decir el dinero, y nos
llegan noticias de una gran cantidad de muertos en EEUU.
En Inglaterra confiaron en que si permitían circular a
los más jóvenes y más fuertes, estos se contagiarían e inmunizarían.
La consecuencia, a pesar de sus sabios científicos
-quienes han tenido un criterio darwiniano- la consecuencia es la gran cantidad
de vidas que se lleva. Además de ¡un contagio muy inglés¡ del primer ministro
más medio gabinete.
El “Vel”, “la bolsa o la vida”, muestra que se elija
lo que se elija cualquiera de las alternativas es insatisfactoria ya que
siempre se pierde algo o se pierde todo. Esto nos sucede con virus o sin él.
Albert Hirschman escribió un libro sobre Las pasiones y los intereses,
recomendación de lectura que agradezco a Germán García. Hirschman plantea en su
estudio erudito la historia de una serie de transformaciones. Por ejemplo, el
deseo de gloria y poder condenado en tiempos de San Agustín, servirá a los caballeros
para cimentar una monarquía. Por lo tanto, la búsqueda de poder como defecto,
pasó a constituirse en virtud. La pregunta deviene entonces: ¿cómo se
transforman las pasiones en otra cosa?
Dicho brevemente, algunas de las pasiones mutan en
otras cosas. Podemos nombrar algunas de ellas: la ambición, la crueldad, la
avaricia. Pasiones que circulan en la sociedad y en cada uno. El ahorro, la
avaricia, que Freud presentó en una serie podemos verlas actuar en una
economía.
Hirschman deduce en su estudio, que de cada pasión ha
surgido, en la historia de las sociedades, otra cosa. Supongamos: de la
ambición- política; de la crueldad- ejército; de la avaricia, quizás, comercio.
Cada una supone que puede haber un traslado, un cambio.
Es decir, nos lleva a la pregunta: ¿cómo hacer “de la humanidad virtud”?
Cómo transformar una inutilidad, en virtud.
Si la peste -quiere decir, “veneno”
etimológicamente-si la peste es nuestra pesadilla en estos momentos.
Epidemia, epidêmos dice su
etimología: ‘el que reside en un país en calidad de extranjero’,
‘el que circula dentro de un país’. Ya en griego designaba la enfermedad que se
extiende por una amplia región (dêmos). De la familia etimológica
de democracia.
Esta epidemia nos pone frente al problema de. ¿cómo
hacer de la inutilidad virtud? Por ejemplo: del aburrimiento, la pereza, la
tristeza, que se padecen en el encierro. Me pregunto: ¿Cómo
hacer de la inutilidad algo útil?
Lacan en el seminario 11 habla de los campos de
concentración. ¡Nada peor! Ninguna pesadilla es comparable. Hay muchos
testimonios de quienes lograron salir. Esos testimonios hablan sobre la enorme
dificultad, a veces imposibilidad, para metabolizar ese trauma. Hasta dónde es
posible metaforizarlo, metabolizarlo. Sabemos que el trauma en tanto tal, es un
agujero.
Nuestra concentración en nada se le parece. Pero nos
pone frente a un bloque de real, el virus.
Recordé a Germán García en estos días cuando habló
sobre la pulsión de muerte: “La sublimación supone la transformación de una
pulsión sexual en un valor cultural, más el goce de esa transformación”.
Entonces escribir por ejemplo se hace a partir de
nada. Decir algo en estos momentos nos confronta con la necesidad del “Bien
decir” del que habló Jacques Lacan. En el Bien decir no se trata de decir cosas
bonitas, sino de que lo que haya para decir pase bien por el agujero. Escribir
un poema, un relato, se hace con nada y tiene en su base transformar.
En ese sentido aprecio especialmente los textos que
han aparecido en periódicos, en Facebook de gente de la literatura.
Por ejemplo, un texto de Enrique Vila –Matas:
VENTANAS ILUMINADAS. [1]
Estoy pensando en el gran escritor
argentino Roberto Arlt y en aquella mañana de 1929 en la que sus compañeros de
trabajo le encontraron en la redacción del periódico con los pies sin zapatos
sobre la mesa, llorando, los calcetines rotos. Tenía enfrente un vaso con una
rosa mustia.
Ante las preguntas y las angustias
de sus amigos, dijo:
-¿Pero no ven la flor? No se dan
cuenta que se está muriendo?
Son las cuatro de la madrugada en
Barcelona y soy yo ahora el que tiene enfrente una vaso con una rosa mustia. El
vaso no me quita la angustia, pero me ayuda aún más a pensar en Roberto Arlt.
En realidad pienso en él desde que ayer un amigo literato me preguntó si en
alguna ocasión, al igual que hiciera Arlt en otros días, me había fijado en las
ventanas iluminadas a las cuatro de la madrugada. Hizo una pausa, y luego
añadió: “Hay muchas historias en ellas”
Y es verdad, las hay. No sé muy bien
yo ahora, perfectamente insomne en mi personal zona de angustia, a las cuatro
de la madrugada. Y es que acabo de ver, más allá de la rosa mustia, la misteriosa
ventana recién iluminada de un vecino, y de inmediato me he preguntado qué
historia habrá en ella, qué estará sucediendo ahí en ese interior.
Es un texto que metaforiza con buena escritura, que
más allá de la rosa mustia, muerta, está lo que vincula a las ventanas, a los
vecinos, a través de las ventanas iluminadas. Las ventanitas las tenemos ahora
frente a nosotros a través de los medios virtuales de los que nos servimos.
La literatura tiene una tradición en la cultura del
psicoanálisis: Shakespeare, Madame Bovary, Beckett y tantos otros.
Lacan hasta dedicó uno de sus seminarios a un
escritor: Joyce, para hablar del síntoma.
La modalidad virtual, el teléfono, las cartas, son los
medios que encontré rápidamente como el modo de dar continuidad a los vínculos
con los otros ya que el real que se ha presentado es como un trauma y frente a
eso se reacciona de diversas maneras. Hablar de eso tiene lugar, con el límite
que supone, en ese vínculo que permite la transferencia. Estuve segura de
entrada que era necesario más que nunca la metabolización, hasta donde se
pueda, de ese real.
Tengo presente que el deseo es lo que se hace.
Por lo tanto, los análisis y la enseñanza del psicoanálisis son las cosas en las que estamos. Algo así como nuestra “Ciudad de las letras”.