Un esfuerzo por metaforizar

Por Ada Fernández 
Psicoanalista miembro de Colegio Estudios Analíticos


A la par que se sucedían vertiginosamente los últimos acontecimientos, aparición de la enfermedad generada por el virus, declaración de pandemia, distanciamiento social, aislamiento, me encontré en los Medios con distintas opiniones en el intento por explicar lo que se comprendía poco o nada. Así y desde distintos campos discursivos hablaron científicos, políticos, economistas, psicoanalistas, filósofos y religiosos, entre otros.
El 10 de Abril Silvia Friera publica en Página 12 La cuarentena de los escritores , una nota donde recaba el testimonio de algunos escritores que hablan acerca de lo que les está pasando, del aislamiento y su diferencia con el estado de soledad y el encierro, de ansiedad, desconcierto y estado de alerta que desconcentran,  de estar “ en pausa" o de cómo hacer más  productivo el momento.
Dice Enrique Vila-Matas “ El aislamiento y el silencio serían condiciones ideales para la creación, pero hay pasiones como la escritura y la lectura que no pueden darle la espalda a un mundo que está estremecido por el avance vertiginoso del Covid-19" “…el encierro al igual que la pandemia es el redescubrimiento de que uno no es una isla, de que no es verdad que podamos relacionarnos solo por internet y que tenemos necesidad del otro". Nos interroga acerca del estado de los vínculos sociales y de la particularidad que tendrán una vez pasado éste tiempo.
Sergio Chejfec dice que le atrae el futuro con angustia y misterio “ Rápidamente se han evaporado los hábitos sociales y públicos,  parecen pertenecer a otra vida" Se pregunta “Que escritura es la pertinente para esta floreciente configuración mental colectiva, rápidamente adaptada a un régimen de acciones lentas y cuerpos distanciados“
En la misma línea y también a principios de éste mes Dalia Ventura en BBC News Mundo escribe acerca de Las grandes obras que Shakespeare, Munch o Boccaccio crearon en cuarentena.
Giovanni Boccaccio en 1348 quedó huérfano y sobrevivió a la peste negra, la epidemia más devastadora de la historia europea. Se refugió en la campiña Toscana y escribió El Decamerón, una obra compuesta por 100 novelas o historias, relatadas por 7 mujeres y 3 jóvenes cuyo fin era pasar el tiempo y entretener a las damas afligidas por el amor en tiempos pestilentes.
La vida de William Shakespeare también estuvo signada por la peste, nació en el apogeo del primer brote isabelino en 1563 en Stratford donde la enfermedad se llevó a gran parte de su población. Unas décadas más tarde se muda a Londres. A principios del 1600 cuando aparece la peste bubónica Shakespeare ya era un actor profesional, dramaturgo y accionista de una empresa teatral. Los teatros fueron cerrados y las opciones fueron recorrer  las provincias donde no había llegado la peste o escribir. Su teatro El Globo sería destruido por las llamas años más tarde. Dicen sus biógrafos que después de ese terrible brote, en las obras que escribió abundan las metáforas de la enfermedad. Escribió 3 de sus tragedias cumbres: El rey Lear cuyo tema es la ingratitud, la vejez y la locura, presentada en 1606 el mismo año que la historia de la relación Antonio y Cleopatra  y  Macbeth, las andanzas del general escocés. En estos tiempos es su esposa Lady Macbeth la que es recordada por lavarse las manos constantemente.
Al finalizar la primera guerra mundial millones de personas habían muerto,  el mundo estaba agotado y apareció un nuevo horror, la gripe española en 1918. En Austria Egon Schiele pintó a una de esas víctimas, a su amigo Gustav klimt, perdió a su esposa y a su hijo y los retrató en una pintura “La familia" que nunca terminó porque también él murió.
Edvard Munch en 1919 pinta su “Autorretrato con gripe española”  donde se muestra enfermo, sobrevivió y continuó creando su enorme obra.
Isaac Newton durante su aislamiento por la peste de 1665 se orientó en la teoría de la gravedad, escribió acerca del cálculo y  sobre óptica mientras jugaba con prismas en su habitación. Experimentó su Annus Mirabilis, su año de los milagros o de las maravillas.
Sigmund Freud escribió en 1915, año signado por la guerra, La transitoriedad y Duelo y melancolía. Se refiere al problema de las pérdidas y define al duelo como la reacción ante la pérdida de un objeto o de una abstracción que hace las veces de él. Lo caracteriza como una desazón profundamente dolida, cancelación del interés por el mundo exterior,  pérdida de la capacidad de amar e inhibición de toda productividad. Si bien no es un estado patológico su elaboración lleva tiempo y trabajo. La realidad muestra que ese objeto ya no está y es necesario quitar toda la libido de los enlaces con él. Dice Freud que en el duelo el mundo se ha hecho pobre y vacío y se trata de simbolizar esa pérdida. Un agujero en la existencia que requiere de un esfuerzo de sublimación.
Germán García en Macedonio Fernández. La escritura en objeto plantea que la escritura debe producir un objeto. Que cuando la palabra se produce  como escritura, como fundamento y huella un cierto objeto se va construyendo.
Para concluir cito a María del Rosario Ramírez en la apertura de actividades 2020 de Colegio Estudios Analíticos.    “El psicoanálisis es nuestra República de las letras".

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